La lluvia

Hay momentos en los que la lluvia no moja,
roza tu piel y no la sientes.
No corres, no huyes, solo disfrutas de la placentera sensación de ser la única persona a la que no le molesta.
A la que le parece bien.
De repente levantas la cabeza,
miras hacia arriba y notas las gotas,
singulares, individuales,
como cuando por fin te animas a plantarle cara a la vida y ves los problemas,
singulares, individuales.

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